El ejemplo en el aprendizaje

Ya lo decía Einstein, ‘dar ejemplo, no es la mejor forma de enseñar, es la única’.

Un buen líder muestra qué hacer, no dice lo que hacer. Piensa un momento en las personas a las que admiras y pregúntate por qué. ¿Recuerdas lo que dicen o lo que hacen? ¿Crees que los hijos de esos padres que se pelearon en un partido infantil sabrán jugar con respeto cuando sus padres así se lo digan? Probablemente no, si no que recordarán cómo se comportaron sus padres e inconscientemente harán lo mismo.

Cuando los niños son muy pequeños nos ocupamos de mostrar constantemente cómo hacer las cosas y ellos nos imitan (y admiran). También prestamos mucha atención a lo que decimos y cómo lo decimos y a la actitud que mostramos ante ellos. Pero ese buen hábito se va perdiendo a medida que crecen. ¿No merece la pena preguntarse por qué y si es una buena idea? El modelo sigue siendo esencial y no debe ser algo puntual que luego desaparece, si no que debe ser una práctica consistente y continuada.

La adolescencia en concreto es el momento más vulnerable e impresionable y en el que más necesitan y buscan modelos a seguir de las personas cercanas. Se trata de convertir el rol de modelo en rol de mentorayudándoles en su transición al mundo adulto con una mezcla de apoyo y reto. Se trata no tanto de enseñar como de inspirar, con respeto mutuo y de igual a igual.

Cuando pensemos en enseñar a aprender, no nos centremos únicamente en lo que hay que aprender (el qué) y detengámonos en la disposición a aprender (el cómo), ya que querer hacer algo es el primer paso para conseguirlo. Hablamos aquí del modelo de actitud y de disposición a aprender.

Te ofrecemos una serie de sugerencias que creemos pueden ayudar a inspirar a hijos y alumnos:

Ser generosos con nuestro tiempo

Las prisas y las cosas bien hechas no suelen ir de la mano. Dedicar el tiempo necesario para aclarar dudas, responder a preguntas que les parezcan importantes fomentará el auto-estima y generará un clima de confianza de forma que sabrán que podrán acudir a nosotros con cualquier problema porque serán bienvenidos. Si no tenemos tiempo en ese momento, post-pongamos ese encuentro y digamos que sabemos que es importante para ellos y fijemos el momento concreto para tener esa conversación.

Escuchar activamente

Mostremos una actitud de interés y prestemos atención mirando a los ojos y sin hacer otra cosa al mismo tiempo. Hagamos preguntas sobre lo que nos están contando o contestemos a lo que se nos pregunta con paciencia y sin prisa.

Interesarse por las pasiones de los demás

Es importante prestar atención y conocer lo que interesa a cada persona. Recordar qué te han contado que van a hacer el fin de semana e interesarte la siguiente semana. Hacer preguntas sobre ocasiones importantes, como una competición en la que vayan a formar parte, un libro que estaban leyendo, una película que vayan a ir a ver, un viaje, etc.

Mostrar una actitud positiva ante las dificultades

Además de contarles algún problema que hayas resuelto busca alguna ocasión para mostrarles cómo reaccionas ante un problema. Por ejemplo, no funciona la pantalla digital o el ordenador y en lugar de frustrarte y enfadarte ante ello, improvisa otra actividad distinta con una sonrisa y buena actitud.

Proporcionar feedback constructivo

Cuando tengas que comentar algún ejercicio, algo que han hecho, ya sea bien o mal, proporciona comentarios objetivos, refiriéndote a lo que hacen y nunca a lo que son. En lugar de ‘Eres bueno/malo hablando en público’ utiliza ‘Has hecho bien/mal estos aspectos de la presentación’. Intenta alabar en público y reservar las críticas (¡constructivas!) para momentos privados.

 No rendirse

Busca formas de mostrarles ejemplos de resiliencia, ya sea con anécdotas o con acciones. Puedes contarle algo que hayas conseguido después de muchos intentos – por ejemplo, mejorar tu marca personal corriendo, cocinando algo que no te acaba de salir bien, aprobando un examen, etc. Es una forma de mostrar que pueden admitir debilidades públicamente.

Aceptar críticas

Piensa en alguna actividad en la que puedan ver tus errores y pídeles que te corrijan. Acepta y agradece estas críticas y pídeles sugerencias para corregir esos errores de forma amable y respetuosa. Así verán que para aprender hay que equivocarse.

Te animamos a que compartas otras ideas para inspirar. ¡Estamos seguros de que eres una gran fuente de inspiración!

Autora: Julieta Hernández

La entrada El ejemplo en el aprendizaje aparece primero en Blog Cambridge.

This content was originally published here.

Ya lo decía Einstein, ‘dar ejemplo, no es la mejor forma de enseñar, es la única’. Un buen líder muestra qué hacer, no dice lo que hacer. Piensa un momento en las personas a las que admiras y pregúntate por qué. ¿Recuerdas lo que dicen o lo que hacen? ¿Crees que los hijos de esos…

Ya lo decía Einstein, ‘dar ejemplo, no es la mejor forma de enseñar, es la única’. Un buen líder muestra qué hacer, no dice lo que hacer. Piensa un momento en las personas a las que admiras y pregúntate por qué. ¿Recuerdas lo que dicen o lo que hacen? ¿Crees que los hijos de esos…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *