Hacia los límites del Aprendizaje Cooperativo – José Luis Redondo

\"llevame.jpg\"Desde que comencé a formarme en estrategias y metodologías activas no he parado de leer sobre las múltiples ventajas del Aprendizaje Cooperativo. Efectivamente las tiene, y no voy a pararme a describirlas.

Lo que no es tan evidente son sus limitaciones. Una de ellas proviene de su aparente simplicidad, favorecida por la enorme cantidad de materiales y manuales sobre el tema, junto a la investigación generada desde los años 70.

El problema que genera esta simplicidad es el reduccionismo. El Aprendizaje Cooperativo se concreta en una receta en la que se integran: unas cuantas estructuras simples,  combinado con grupos heterogéneos, creación de roles, organización espacial  del aula y gestión del ruido. ¡Y ya está!.

Ahora, al cabo de siete años me detengo a contemplar mis errores y lo difícil que es crear agrupamientos heterogéneos, entre otros motivos por qué no solo basta con el rendimiento académico, la capacidad para cooperar o la actitud cooperativa. ¿Qué pasa cuando no tenemos suficiente alumnado que tire del carro?. ¿Qué sucede cuando hay varios alumnos NEAE que son muy difíciles de situar?, ¿qué sucede cuando tenemos dificultades de integración entre diferentes etnias o culturas?, o algo tan simple ¿cómo integro a un chaval que está totalmente marginado por qué en su casa no hay ducha, y no hay quien se quiera sentar con el?. Si nos detenemos a hacer un análisis exhaustivo de nuestro alumnado, podemos comprobar que no es nada fácil discernir esa heterogeneidad, ni mucho menos concretarla en equipos de tres o cuatro personas.

Tampoco es fácil organizar espacialmente el aula, y ni mucho menos organizar roles, o asignar funciones.

Otra de sus limitaciones es que requiere el manejo de habilidades y destrezas, que nuestro alumnado por norma no ha trabajado, y ni siquiera entiende, ya que nunca las ha necesitado. Estoy convencido de que todos trabajamos la cohesión, pero no basta. En primer lugar por qué nuestro tiempo es limitado, y en segundo lugar, por qué casi siempre nos enfrentamos a grupos poco o nada cohesionados, lo que dificulta en gran medida poder lanzarse a trabajar estructuras simples o complejas.

Alguien podría afirmar que las podemos trabajar en el aula.  Podría ser, pero ¿cómo podemos trabajar habilidades y destrezas como las transiciones rápidas y eficaces, el establecimiento de turnos, o la ayuda sin dar respuesta, si la mayoría de los docentes que  practican el Aprendizaje Cooperativo son francotiradores educativos?.  Eso no quita, que existan centros con una cultura de centro que lo fomenta, con equipos interdisciplinares, formación continua, apoyo del equipo directivo, y aún así, tardan años en conseguir que esas habilidades se interioricen.  ¿Podemos disponer de tiempo para conseguir que aprendan a cooperar?, ¿conseguimos que sean personas competentes en el ámbito de la cooperación?.

Un lastre enorme es la cultura imperante de individualismo. Nosotros, docentes, somos un claro ejemplo: ¿cómo vamos a enseñar a cooperar, si la mayoría trabajamos de forma aislada?.

También la propia comunidad educativa es muy reacia, especialmente  el alumnado y los padres/madres. A estos últimos, es muy difícil hacerles entender que trabajar en equipo, no supone un lastre para el alumnado de mayor rendimiento, por el contrario, beneficia a todo el mundo.

El alumnado tiene opiniones divergentes. A algunos les encanta, y otros lo odian. Odio, en cierta medida, derivado de situaciones de trabajo en equipo mal gestionadas, que provocan la aparición de polizones del aprendizaje.

Su principal limitación es que en la inmensa mayoría de los casos, se intenta que todo el alumnado trabaje los mismos contenidos con los mismos ritmos de aprendizaje.  Por ejemplo, cuando usamos  estructuras como 1-2-4, el Folio Giratorio, Sabio-Escriba.. en todas ellas obligamos a la mayoría del alumnado a un mismo ritmo,  con un contenido idéntico o muy similar.  Se podría solucionar, pero personalizar todas las estructuras que podemos usar en el aula, implicaría un trabajo enorme.

No todas las situaciones en las que usamos el Aprendizaje Cooperativo, promueven esta uniformidad. Existen excepciones, por ejemplo, usando técnicas complejas como la TELI o el Jigsaw II de Aronson, o cuando trabajamos proyectos, tareas.. y se individualizan lo que cada uno puede y debe hacer. Lo que no resta que la mayoría del profesorado suele centrarse mas en las estructuras simples.

Estos límites deberían hacernos reflexionar antes de lanzarnos a trabajar proyectos, retos, o cualquier metodología activa. Ya que si encontramos dificultades trabajando estructuras simples, lanzarse a algo mucho mas complejo como el ABP requiere habilidades y destrezas mas revolucionadas, una organización espacial mas compleja, y una clara línea temporal, junto a toda una serie de mecanismos que nos permitan identificar la responsabilidad individual,  la evaluación subyacente, la participación equitativa, y el procesamiento interindividual de la información.

Los límites no nos deben hacer abandonar esta estrategía. Simplemente son una reflexión para caminar hacia el horizonte.

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Desde que comencé a formarme en estrategias y metodologías activas no he parado de leer sobre las múltiples ventajas del Aprendizaje Cooperativo. Efectivamente las tiene, y no voy a pararme a describirlas. Lo que no es tan evidente son sus limitaciones. Una de ellas proviene de su aparente simplicidad, favorecida por la enorme cantidad de…

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