El exorcista cumple 45 años, ¿por qué sigue siendo tan aterradora? | Cine PREMIERE

A casi medio siglo, la adaptación de El exorcista sigue siendo considerada por muchos como la mejor película de terror de toda la historia.

El cine de terror ha dado grandes clásicos a lo largo de toda su historia, pero sólo uno que sigue estremeciendo a las audiencias como el día de su estreno hace 45 años: El exorcista.

Hay quienes atribuyen el éxito de esta película a la espeluznante novela homónima de William Peter Blatty, al perfeccionismo del director William Friedkin, al elenco encabezado por Ellen Burstyn y Linda Blair, o a los perturbadores efectos visuales de Marcel Vercoutere, que por extraño que parezca, no recibieron ningún reconocimiento por parte de la Academia.

Algunos trasladan su popularidad al artículo publicado por The Washington Post en agosto de 1949, en el que se detalla “la que es probablemente una de las experiencias más destacadas en la reciente historia religiosa: un niño de 14 años de Mount River ha sido liberado por un sacerdote católico de una posesión demoniaca”. El texto que inspiró a Blatty en la redacción de su obra maestra.

Finalmente, otros consideran que la aceptación de El exorcista recae sobre la batalla ancestral entre el bien y el mal detallada en la Biblia y que relatan la manera en que Dios derrotó a Luzbel, “lo arrojó al abismo, y [lo] cerró y [lo] selló sobre él, para que no engañara más a las naciones, hasta que se cumplieran los mil años”.

Pero hay los que tienen otras teorías…

Un mundo aquejado por el mal

Diciembre era considerado un mes de paz espiritual y amor al prójimo, hasta que en 1973 William Friedkin terminó con los festejos al introducir la historia de una niña posesa que convirtió el 26 de diciembre en “un gran día para un exorcismo”. Resulta irónico que el estreno original de El exorcista no estaba contemplado para este día, pero la filmación sufrió todo tipo de  incidentes que prácticamente la hicieron coincidir con Navidad. Desde entonces, muchos la han catalogado como una película blasfema que aprovechó las fiestas religiosas para propagar la palabra del maligno. Pero lo cierto es que el mundo ya parecía maldito desde tiempo atrás.

El cine de terror, que por años había predominado en la Serie B, empezó a cobrar importancia hacia finales de los 60. No fue casualidad, sino la respuesta natural de la industria hacia un mundo cada vez más desesperanzador como resultado de la Guerra Fría, Vietnam, diferencias raciales y la creciente ola de violencia al interior de la Unión Americana. Todo esto se manifestó directamente en el sistema de creencias del país, con el ascenso de la Iglesia Satánica comandada por Anton LaVey, el incremento de sectas como la llamada “familia” de Charles Manson y el aumento de casos para los demonólogos Ed y Lorraine Warren.

Estas mismas tendencias se manifestaron en el cine con El bebé de Rosemary (Polanski, 1968), clasificada por la Oficina Nacional Católica para Películas (NCOMP) como una cinta condenada por su trama eminentemente satánica. Los rumores dicen que el proyecto contó con la asesoría técnica de LaVey, que el propio Polanski encarnó al demonio que abusa de la joven y que inspiró el asesinato de Sharon Tate, esposa del director, sólo un año después del estreno.

La Iglesia no tardó en reaccionar a la crisis con un discurso ofrecido en 1972, en que el Papa Pablo VI externaba su preocupación por el escepticismo y ordenaba un estudio formal sobre la pérdida de la fe. Su intención: un rearme moral contra la aparente influencia del diablo en la sociedad.

Una cinta incomprendida

Estos perturbadores antecedentes contribuyeron a que El exorcista generara nerviosismo entre algunos sectores de la sociedad que la veían como una cinta diablólica. Contrario a lo que algunos piensan, la película nunca fue condenada por el Vaticano, pero sí enfrentó severos problemas para garantizar su estreno masivo.

Jack Valenti, creador del sistema de evaluación de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA), detalló en su libro The Naked Truth que el filme sólo superó la clasificación X por un tecnicismo. “Vienen de lo que la audiencia ve, no lo que imaginan ver. En El exorcista no hay sexo explícito. No hay violencia excesiva. Hay algo de lenguaje profano, pero está relacionado con la temática del filme y se mantiene en un mínimo. Mucho de lo que puede preocupar a algunas personas no aparece en pantalla. Una cinta no puede ser penalizada por lo que la gente piensa porque no todos piensan igual”.

Algunos líderes religiosos aislados censuraron la cinta entre sus feligreses. Tal fue el caso del evangelista Billy Graham [vía], quien atribuyó la histeria colectiva entre las audiencias con “el demonio se encuentra en cada cuadro del filme”. Se dice que sus palabras fueron determinantes en la campaña de odio contra Linda Blair, quien fuera acusada de ser un emisario satánico.

El propio Blatty consideraba que la adaptación no brilló en los Premios de la Academia –sólo recibió dos estatuillas de diez nominaciones– por una campaña de desprestigio comandada por el director George Cukor. Incluso se ha especulado que la abrupta cancelación del Oscar a Mejores efectos visuales en ese mismo año fue parte del boicot.

A pesar de todas estas etiquetas, el escritor reiteró hasta su muerte en 2017 que El exorcista nunca fue concebida como una historia demoniaca, sino un medio para reforzar sus propias creencias tras el fallecimiento de su madre. Una época en que “describía mi fe como una mera esperanza en lugar de una ideología sólida. Intentaba hacer un trabajo casi apostólico, ayudar a otros con su propia fe” [vía].

Resulta especialmente irónico que mientras algunos quisieran censurar la cinta por su alusión al demonio, algunos de los miemblos más influyentes de la iglesia la aplaudieran por sus contribuciones a la propagación de un mensaje religioso. Tal fue el caso del Padre Gabriele Amorth, uno de los exorcistas más experimentados en toda la historia del Vaticano tras cerca de 70,000 rituales en 29 años y quien asegurara en su libro An Exorcist Tells His Story que “quita unos cuantos efectos y la película lidia de una manera muy sobria con el problema del mal”.

Una nueva era del mal

Han pasado 45 años desde la posesión de Regan y hoy más que nunca, la influencia de El exorcista puede apreciarse en filmes como El exorcismo de Emily Rose, Líbranos del mal, El conjuro, La bruja y Hereditary, series como American Horror Story, Rosemary’s Baby y The Exorcist, e incluso documentales como The Devil and Father Amorth. La situación es clara para creativos como Gary Dauberman [vía], guionista de It y La monja: “el diablo está en todos lados y no hay modo de ocultarse”.

El historiador cinematográfico Antonio José Navarro asegura en el libro El imperio del miedo que el resurgimiento del llamado ‘terror religioso’ puede atribuirse a la propia evolución del mundo. Esto explica que la popularidad del subgénero disminuyera en los 80 y 90, una época de aparente bonanza política, social y económica en el mundo occidental, en la que Estados Unidos consolidó su posición como primera potencia mundial ante el triunfo del capitalismo.

Todo cambió con los atentados contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. No sólo por las acciones de Al Qaeda, sino por los continuos mensajes religiosos enviados por el gobierno de George W. Bush, que clasificó la Guerra contra el terror como una “cruzada” con la que se buscaba “librar al mundo del mal” en busca de “justicia infinita”.

Lejos de reducirse, estos temores se han intensificado con el paso de los años, ya sea con los engaños políticos en la lucha contra el terrorismo, la propagación de otras amenazas como ISIS o la política del odio empleada por Donald Trump y otros líderes mundiales. El resultado es un mundo donde, tal y como asegurara la filósofa Hannah Arendt, el mal se ha tornado “aterradoramente normal” [vía].

Tal y como sucedió en los 70, el Vaticano ha externado su preocupación ante la desesperanza actual, que se ha manifestado en un incremento exponencial para peticiones de exorcismos, siendo Italia el caso más sonado con cerca de 500,000 presuntas posesiones en 2016. Su respuesta fue un curso de preparación realizado en abril de 2018, con el que se pretende ayudar a los sacerdotes a reconocer entre los temores propios del tiempo en que vivimos y el mal en estado puro. Por su parte, reportes de The Economist hablan del surgimiento de exorcistas ‘independientes’ en Europa que cobran cerca de $200 USD por sesiones de una hora en la que intentan liberar a la gente de los demonios que les aquejan.

Es difícil saber si la situación mejorará en un futuro cercano, aunque algunas encuestas concluyen que más del 70% de la población piensa que el mundo seguirá empeorando. ¿Obra del diablo, prueba de fe o errores propios de nuestra naturaleza humana? Cada quien tiene su propia conclusión, pero William Peter Blatty y William Friedkin dejaron muy clara la postura de El exorcista a través del Padre Merrin: “el objetivo del demonio no es el poseso, sino nosotros… Y creo que lo que quiere es que nos desesperemos, que rechacemos nuestra propia humanidad, que nos veamos, a la larga como bestias, como esencialmente viles e inmundos, sin nobleza, horribles, indignos. Y tal vez ahí esté el centro de todo: en la indignidad. Porque yo pienso que el creer en Dios no tiene nada que ver con la razón, sino que en última instancia, es una cuestión de amor”.

Si te interesó esta nota, Cine PREMIERE te recomienda ver:

  • El exorcista (William Peter Blatty, 1971)
  • El exorcista (Dir. William Friedkin, 1973)
  • El bebé de Rosemary (Dir. Roman Polanski, 1968)

Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.

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A casi medio siglo, la adaptación de El exorcista sigue siendo considerada por muchos como la mejor película de terror de toda la historia. El cine de terror ha dado grandes clásicos a lo largo de toda su historia, pero sólo uno que sigue estremeciendo a las audiencias como el día de su estreno hace…

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