Follarse los tabúes: ‘Sex Education’ es un retrato real de la adolescencia

Estas semanas circulaba un tuit paulocoelhesco que rezaba “la mejor época de tu vida fue en tercero de ESO y no lo sabías”. Además de los esperados “ohhh”, “REAL” y menciones varias a amigos, muchos (ejemplo) comenzaron a citarlo diciendo que por supuesto, que seguro que el mejor año de su vida fue aquel en que se encerraban en la biblioteca durante el recreo; en que dejaron de ir al instituto por el bullying; en que se odiaban cada vez que se miraban al espejo por TCAs o por homofobia interiorizada; incluso en que intentaron suicidarse. E ironizaban con que, probablemente, los que estaban de acuerdo con el tuit habían sido bullies, o mirado hacia otro lado en situaciones así. Lo que está claro es que la adolescencia es para muchos una etapa complicada, con problemas mucho más allá de “no sé lo que quiero, esa tía no me hace caso y encima mañana hay examen de Historia”. Y no hace falta irse a asesinatos en colegios exclusivos ni meter ciencia-ficción para hablar de lo complicada que puede ser la adolescencia: la realidad, si verdaderamente estás dispuesto a contarla sin tabúes, es suficientemente interesante, suficientemente graciosa y suficientemente dramática. Ese es el principal atractivo de ‘Sex Education‘: aunque en algunas cosas sigue teniendo los tics falsos de muchas serie teen, por lo general apuesta por ser lo más real posible. Y así, aunque muchas reseñas la han comparado con ‘Skins‘, la serie se acerca más a ‘Please like me‘, con una pizca del descaro de ‘Shameless‘, el sarcasmo de las menos conocidas ‘Awkward’ o ’10 things I hate about you’, y la ternura del primer ‘Glee‘. En este artículo os damos cinco razones por las que la serie es la mejor ficción teen que te puedes encontrar actualmente, y probablemente la mayor sorpresa de Netflix en cuanto a lo que esperábamos de ella y lo que nos ha dado.

Lo de “follarse los tabúes” es literal: Antes que nada, vamos a aclararlo: trailer y título no hacen justicia a a serie. De hecho, yo me sorprendí bastante en el primer episodio porque con el anuncio imaginaba una serie más simple, de humor más basiquito y blanco, “vamos a decir cosas sexuales para llamar la atención pero sin realmente tratar nada distinto”, etc. Claro que cuando ya la primera escena de la serie es un tío fingiendo un orgasmo – y eso solo es el principio- ves que eso no va a ser así. Lo que nos lleva al título: el sexo está presente, sí, pero primando la frescura y el realismo, sin tabúes y sin tampoco caer en el morbo, sino tratándolo con naturalidad y humor. Así, hay mucho sexo, pero dejaos de sábanas por el pecho y polvos coreografiados: aquí hay sexo torpe, incómodo, cómico y, sobre todo, real. Todo esto combinado con un protagonista que a sus dieciséis años no se ha masturbado nunca, tratando en la serie incluso sus poluciones nocturnas. Y la falta de tabúes no solo se ciñe a esto: la forma en que se trata el aborto en un episodio es una de las mejores vistas en una ficción de este calibre (recordando a la forma en que lo hizo ‘Please like me’, de hecho).

Consentimiento no equivale a puritanismo: entre esos autodenominados-políticamente incorrectos-que-de-revolucionarios-tienen-poco existe una tendencia a considerar el debate que ha habido en los últimos años respecto al consentimiento como una ola de neopuritanismo, llevada por gente que no disfruta el sexo. Si algo está claro en ‘Sex Education’ es que no es nada pacata (en todos los capítulos hay sexo y desnudos) y que sus personajes disfrutan el sexo y, sin embargo, la serie demuestra que, sorpresa, esto se puede hacer incorporando ese debate, incluso en las escenas de más intimidad. La “educación sexual” que reciben hoy por hoy los adolescentes es, o el miedo a las ITS del colegio, o el machismo, los complejos y la supuesta perfección del porno… en cambio, ‘Sex Education’ presenta el sexo como algo a disfrutar, sin prohibición y sin oblicación, además de evitar escenarios forzados y rígidos roles. Todo esto sin perder un humor gamberro que recuerda al de esas hormonadas pelis ochenteras, pero sin el componente rancio (de hecho, aquí son Eric y Lily quienes representarían esa figura y, en cambio, son la antítesis de ese punto machito).

“Ultra-defensor-social, nadie se lo va a tragar:” parafraseando a Putochinomaricón, también es de alabar cómo ‘Sex Education’ no necesita ir de concienciada para mostrar sus valores. Sus ideas no están metidas con calzador para alcanzar cuotas ni dan la impresión de estar colocadas “por moda”, sino porque realmente están en la mente de su creadora Laurie Nunn y de sus guionistas. Los personajes, por tanto, también las tienen integradas -si va acorde con ellos- sin parecer robots (a su compi ‘Sabrina’ le pasaba un poco eso con Harvey). Puedes partirte de risa y, en el mismo episodio, ver cómo se trata la masculinidad de una forma que no recordábamos desde esa magnífica e infravalorada segunda temporada de ‘American Crime’, y que ambas cosas fluyan con normalidad.

Gillian Anderson está espléndida, y eso no es lo importante: a ver, Gillian NUNCA deja de ser “lo importante”, pero para que me entendáis. Ella es maravillosa, pero está rodeada de un reparto tan entregado que consigue que no recomendemos la serie “porque Gillian está muy bien”. Todos están muy bien. Mención especial para Asa Butterfield, pero sobresalientes y notables por doquier en un casting que, siendo por lo general caras nuevas (todo lo “nuevas” que puede ser en un actor al que su repre le consigue un casting para Netflix, claro), brillan y saben sacar todo el jugo a sus minutos en pantalla. Pero sí, de Gillian qué decir. Los fans de ‘Expediente X’ ya sabemos que la británica domina registro dramático y cómico igual de bien, pero quienes la conocieron por ‘Hannibal’ se sorprenderán al verla aquí como pez en el agua.

El tamaño importa (cuidando los pequeños detalles): a los actores les ayuda también, claro, que el guión esté tan trabajado como aquí, y eso nos lleva al último punto. ‘Sex Education’ no quiere ser una serie de adolescentes más (ni una serie más), y se nota. Se puede ver desde la propia BSO (que incluye a Bikini Kill, Billy Joel, The Smiths –destacable el precioso momento de ‘Asleep’–, The Cure o Ezra Furman, ¡incluso ‘The Origin of Love’ de ‘Hedwig and the Angry Inch’!), el comentado realismo en las escenas de sexo y de intimidad y, en sí, el cariño y cuidado con que se transmiten sentimientos de adolescencias no-tan-perfectas. Entre ellos, la amistad tan pura y bidireccional entre Eric y Otis (a muchos les recordará a ‘Las ventajas de ser un marginado’, sustituyan a Frank-N-Furter por Hedwig), o el miedo que un adolescente gay siente cuando se acerca un grupo de chicos, aunque éstos tengan muy buenas intenciones, o el juicio preconcebido que profesores pueden hacer sin tener en cuenta tu situación personal o familiar. Más que una serie sobre sexo, ‘Sex Education’ acaba siendo una serie sobre lo que representa el sexo en nuestras vidas y nuestra sociedad. El sexo es un macguffin. Como dicen en Mashable, “la misma pregunta atormenta a todos los personajes: “¿por qué no puedo ser normal, por qué no puedo ser como los demás?””. Debajo de tanto sexo está esa pregunta. Y esa pregunta ES la adolescencia. O al menos ha sido la de muchos de nosotros. 8,5.

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