¿Por qué \”Sex Education\” es una serie necesaria para la generación Z?
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Advertencia: este post contiene spoilers de toda la primera temporada de Sex Education, así que procede con cuidado.
Antes de comenzar, hay que dejar dos cosas en claro: La primera, que Sex Education es un nombre terrible para una serie. Y la segunda, que es probablemente el mejor maratón de 8 horas que nos ha dado Netflix desde The End of The F***ing World el año pasado. Con esa recomendación por delante, parece que las series británicas teenagers se están tomando muy en serio esto de hacer televisión de calidad, pues podría decirse que esta producción es una combinación de Big Mouth y Skins, con menos drogas, pero con más sexo y hormonas.
Primero que nada, hagamos un resumen de lo que se trata todo esto: Jean (Gillian Anderson) es una terapeuta sexual divorciada con una vida sexual bastante activa y sin ningún tipo de filtro a la hora de hablar sobre el tema en el que es más experta. Vive con Otis (Asa Butterfield), su hijo adolescente, que parece se un poco torpe, reprimido (pero no de una mala manera) y muy tímido. Está perfectamente feliz de pasar sus días solo, desapercibido en una esquina, y a diferencia de otros jóvenes de su edad, no está obsesionado con tener sexo. De hecho, en su primera escena lo vemos dejar algunas toallitas de papel llenas de crema para las manos sobre la cama, para que su madre piense que comenzó el día masturbándose. Spoiler alert: no soporta la idea de masturbarse.
Su mejor amigo es Eric (Ncuti Gatwa), a quien el 6 de la escala de Kinsey se queda corta para describir su homosexualidad, y que en un principio parece ser un personaje gay estereotípico: con un vestuario fabuloso, amanerado, y víctima del bully de la escuela, Adam (Connor Swindells), quien todos los días lo pone contra la pared para quitarle su comida y su dinero, y es el hijo rebelde del director de la secundaria. Este es el trailer:
Las cosas parecen típicas y normales: hay una escuela secundaria inspiradas en las rom-coms adolescentes de los 80, todos se visten como si hubiesen salido de una película de John Hughes, y cada personaje parece cumplir a cabalidad su rol estereotípico. Entonces las cosas cambian: Otis se encuentra con Maeve (Emma Mackey), la bad girl desadaptada (con una madre adicta y un padre ausente, quien vive sola en un tráiler), quien buscando dinero rápido y después de un incidente con Adam que involucra tres pastillas de Viagra y un pene gigante, descubre que pueden ayudar a sus compañeros con un poco de terapia sexual.
Así comienza un negocio bastante poco convencional: Maeve maneja el lado monetario de las cosas, y Otis (con toda una vida de experiencia como hijo de una terapista sexual) establece su consultoría en todas partes, desde el baño fuera de los límites de la escuela, hasta las gradas del gimnasio y el laboratorio de química. Chicos de todas las formas y tamaños, de todos los cliques sociales, pero todos increíblemente vulnerables, se acercan a él con preguntas que no pueden haber tenido respuesta en ningún otro lugar.
Esta es la diferencia vital de Sex Education con una serie menos ambiciosa: en otro escenario, con otros guionistas y creadores, esto se hubiese convertido en un “caso semanal” lleno de chistes y superficialidad. En este show, Otis se toma su papel muy en serio, especialmente porque no solo deja cualquier vestigio de vergüenza tras él, sino que asume cada caso con humanidad y sensibilidad, siempre dando en el clavo de maneras inesperadas con una sinceridad encantadora. La serie incluso trata a los personajes secundarios con respeto y calidez aunque tengan solo 10 líneas en toda la serie.
Mientras Otis y Maeve luchan por comprender los sentimientos que están experimentando el uno por el otro, las historias de los personajes de apoyo tienen igual importancia: el acosador de la secundaria, Adam, lucha por estar a la altura de los estándares de su padre; la squad de mean girls revelan poderosos complejos internos que finalizan en un episodio increíblemente empoderador y lleno de solidaridad femenina (¡es mi vagina!); y temas importantes, como el género, el racismo, la religión, el feminismo y la identidad, se abordan de manera directa.
Vale la pena mencionar en particular la trama de Eric, quien pudo haberse convertido en el sidekick gay y divertido de la serie, pero que durante ocho capítulos se enfrenta a la discriminación, lucha contra sus propios prejuicios y los de su familia, es agredido, y luego de un período de depresión, termina sintiéndose aún más orgulloso de sí mismo, incluso cuando el mundo se empeña en quererlo derribar. Además, esperamos que su inesperada relación con Adam continúe en la segunda temporada, omg.
Sexualidad con humanidad
A principios de este año, la Encuesta Nacional de Actitudes y Estilos de Vida Sexuales (Natsal por sus siglas en inglés), una organización del Reino Unido, sugiere que un tercio de las mujeres y un cuarto de los hombres de entre 17 y 24 años sienten que perdieron su virginidad en “el momento equivocado”. Todos sabemos que vivimos en una sociedad hipersexualizada, en donde todos debemos ser veteranos de Tinder o Grindr, lucir y rendir como una estrella porno, y asumir que si alguien nos deja en leído y no nos contacta más nunca después de tres semanas de sexo, es algo normal.
Quizás por eso lo importante de Sex Education, es que nos da lo que promete en su título, respondiendo a dudas que la generación Z solo aprendió de Internet, y recordándonos que sentir y ser vulnerables no es sinónimo de debilidad; que está bien saber lo que nos complace sexualmente antes de satisfacer a otro; que un aborto no es una decisión que se toma a la ligera; que el sexo también admite sentimientos, y que a veces, cometemos errores.
Es una evolución de las grotescas comedias adolescentes de Judd Apatow de hace una década, y para mejor, combinando el descaro estadounidense con el humor seco británico. Quizás debamos agradecer en particular que buena parte del equipo sea femenino, comenzando por su creadora Laurie Nunn, y siguiendo a sus guionistas y sus cuatro directoras, quienes nos demuestran que siempre podemos aprender algo nuevo cuando dejamos atrás nuestros temores, nuestros complejos y nuestra vergüenza.
Y sí, Sex Education sigue siendo un título terrible. Pero ojalá que su literalidad llame la atención de la generación Z, y que en la tarde de un domingo puedan descubrir una serie con una profundidad tremenda: será la mejor manera de que pierdan su virginidad televisiva en el 2019.
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Advertencia: este post contiene spoilers de toda la primera temporada de Sex Education, así que procede con cuidado. Antes de comenzar, hay que dejar dos cosas en claro: La primera, que Sex Education es un nombre terrible para una serie. Y la segunda, que es probablemente el mejor maratón de 8 horas que nos ha dado Netflix…
Advertencia: este post contiene spoilers de toda la primera temporada de Sex Education, así que procede con cuidado. Antes de comenzar, hay que dejar dos cosas en claro: La primera, que Sex Education es un nombre terrible para una serie. Y la segunda, que es probablemente el mejor maratón de 8 horas que nos ha dado Netflix…