No es un disco al uso: es una caja hecha con cuidado, dedicada a los muchos fans que acumula Fito Cabrales después de una treintena de años dedicándose a esto de la música. El trasvase de seguidores se produjo cuando finiquitó una de las bandas más míticas que ha dado este país, Platero y tú, y se lanzó con un nuevo proyecto menos deslenguado y sobre el que lleva cabalgando veinte otoños. Ahora, el frontman de los Fitipaldis saca Fitografía: tres discos, dos de grandes éxitos y otro repleto de colaboraciones con artistas tan dispares como Calamaro, Marea, Leiva, Rosana o Rosendo; un DVD con entrevistas y videoclips y un libro de 88 páginas de textos bonitos y fotografías nunca vistas hasta ahora de una vida vivida a todo color.
También esta Fitografía es una excusa -lo reconoce el propio músico- para empezar una gira e invocar a las diosas de la inspiración que se esconden entre los brackstages y el calor del directo. Fito Cabrales lleva un tiempo peleando contra el papel en blanco que precede al que será el séptimo disco como Fito & Fitipaldis, cuando llegue, eso sí. De momento no tiene ni prisa ni susto. “El miedo es feo, es el mayor freno para la humanidad, no quiero juntar miedo y música”: Fito rasga palabras desde el sofá de piel de la oficina de su discográfica donde recibe a Público. Justifica su parón creativo, mientras deja sus gafas sobre la mesa, como algo natural que le pasa cada vez más a cualquier banda de hoy. Porque “cuesta hacer canciones nuevas pero sobre todo cuesta darles el label vasco”.
¿Existe esa sensación -después de estos veinte años- de que todo lo que tenías que cantar ya lo has cantado?
No sé muy bien quién es Fito ahora mismo. A mis 51 años, aunque tengo claras ciertas melodías, ciertas letras, no sé dónde quiero ir. Si utilizas un lenguaje más complicado dejas de hacer rock. A veces, a base de repetir acordes, secuencias, y temas a la hora de escribir parece que se asemeje a lo que ya has hecho antes, sí. Y en el fondo no es una excusa, porque con cuatro acordes las variaciones son infinitas. Por eso es tan extenso el rock and roll. Pero sí sucede que escribes algo y lo descartas porque te recuerda demasiado a otro algo que ya habías hecho hace quince años.
Entre dos mares es la canción de Platero que incluyes en esta Fitografía. ¿Es la que mejor ha envejecido?
Es la que más ganas tenía de revisitar. Cuando volví a escuchar la letra vi que me venía muy bien. Hay otras de Platero y tú que no podría cantar ahora.
¿Sigue habiendo poco rock and roll?
No creo que haya habido mucho nunca. El rock no es lo que más mueve a la gente, quizá sí lo fue en los sesenta. En esa época no había Internet pero teníamos rock. Creo que es algo cíclico: siempre viene una banda que lo revoluciona todo y se lo vuelve a redescubrir a la gente. Pero la música que más llega es la música de baile. Lo que quieren es bailar.
Fito Cabrales durante la entrevista a \’Público\’. JAIRO VARGAS
Pero el rock se puede bailar.
Sí, pero mejor se baila el funk o el soul…
..O la salsa.
Sí, los ritmos latinos. A mí por ejemplo me parece muy contagioso Bruno Mars. Pongo un disco suyo y todo es más bonito [se ríe]. Aunque, bueno, si pones un disco de Little Richard sale el sol. El rock tiende a ser más negro, más pesimista. Hace treinta años era raro que las chicas entraran a los bares de rock, o que hubiera mujeres cantando en las bandas. Todavía está desequilibrada la balanza pero al menos hoy en día se las juzga menos. Tú ves sobre el escenario a Eva Amaral y se te olvida si es hombre o mujer, sólo piensas en que tiene un power de la hostia.
Esa falta de presencia femenina sobre los escenarios e incluso entre el público se vio claramente en la escena del rock radical vasco. Aunque hubo grandes mujeres como Aurora Beltrán sí podríamos preguntarnos dónde estaban las demás…
Bueno, estaba Tahúres Zurdos. Ahí iba naciendo otra forma de concebir el arte en general. Aquí en Madrid estaban montando Dro [el sello de todos sus discos con los Fitipaldis] y la Movida. Allí en Bilbao era una historia más punk por el paisaje que teníamos, por la proximidad entre Londres y el País Vasco. En aquella época todo era válido y divertido. Había gaztetxes, distribuidoras alternativas, las bandas no necesitábamos trabajar con discográficas porque hacíamos maquetas y las vendíamos. Todo estaba en ebullición y era maravilloso. Lo parecía, aunque no lo fuera.
Dicen que los jóvenes bailan, votan y opinan cosas distintas a lo que bailarán, votarán y opinarán cuando sean mayores. ¿Estás de acuerdo?
Seguro que en alguna rama de mi vida me ha pasado.
Fito Cabrales durante la entrevista a \’Público\’. JAIRO VARGAS
¿Fito es menos radical de lo que era cuando empezó con Platero hace treinta años?
Creo que nunca he sido radical. Intento huir de la gente radical. Lo más sano es poder replantearte tu vida, aunque tengas setenta años, y poder reconocer tus errores y volver a empezar. Hacer un dobladillo en tu cabeza es genial, y es lo contrario a lo que pasa por ejemplo con los partidos políticos de este país, que son inamovibles. Pasa algo en la ciudadanía pero ellos no se acoplan, no tienen miedo a que dejen de votarlos porque son inamovibles, y no estoy hablando sólo del PP.
Cuando alguien no puede replantearse a sí mismo es horrible; mucho peor en política, claro. Cuando un político llega al poder deja de hacer política. La política debería ser la capacidad de entablar diálogo con alguien que no piensa como tú, y no estoy hablando sólo de Catalunya. Es algo que hacemos todos, es negociar con la gente que no opina como tú. A mí me pasa por ejemplo, que tengo que negociar el repertorio porque igual hay algunos que quieren que toque todos los éxitos y yo sólo quiero La negra flor.
¿El artículo 155 y la proclamación de la República Catalana va a influenciar a la música que se haga a partir de ahora?
\”No puedo hablar con sinceridad de lo que pienso políticamente porque si fuera nacionalista o un poco facha, me pondrían a parir\”
No sé si se va a ver reflejado en el arte aunque es cierto que todo influye. Espero que no. Que sea todo más razonable. Que no pinte alguien otra vez el Guernika. Creo que todos estamos fuera del enfrentamiento porque esas posiciones inamovibles de las que hablábamos antes son las que nos enfrentan. España es un país de borregos, nos creemos muy demócratas y somos una puta mierda. Yo no puedo hablar con sinceridad de lo que pienso políticamente porque si fuera nacionalista o un poco facha, me pondrían a parir. Me sale decir: yo no sé si estáis preparados para mi respuesta. No sé si aquí pasa como en Estados Unidos, donde la opinión política de los artistas no empaña su carrera. Tenemos que mirarnos un poco menos el ombligo.
“Uno siempre es algo alcohólico y algo drogadicto para el resto de su vida”, decías en esta entrevista. ¿Ese es uno de los precios que hay que pagar por el rock?
No. El rock and roll es la excusa perfecta para hacer esas cosas [se ríe]. Hay mucho drogadicto y alcohólico que nada tiene que ver con el rock. La gente cree que cuando tienes una adicción se cura y ya, y no es así. Es un esfuerzo diario el que hay que hacer para no volver a ser drogadicto. Problemas hay en Siria. Si eres drogadicto o no, lo resuelves contigo mismo. Yo me permito licencias a la hora de hablar de drogas porque las he sufrido y las he gozado. Sé que, aunque yo me lo tomo con cachondeo, hay mucho sufrimiento en esto. Y los que hoy han dejado las drogas y el alcohol siguen sufriendo y luchando para no volver ahí.