Alfredo Oliva, psicólogo: «La adicción a redes sociales y videojuegos crea daños irreversibles en el cerebro»
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Alfredo Oliva (Sevilla, 1958), doctor en Psicología especializado en la adolescencia, es pionero en España en la investigación del uso y riesgos de las nuevas tecnologías en los niños y jóvenes. Oliva, profesor de Psicología del Desarrollo en la Universidad Hispalense, advierte de que las redes sociales tienen una cara positiva pero también riesgos. Para evitar adicciones a redes sociales y videojuegos por parte de los niños y adolescentes, recomienda tener una buena relación afectiva con los hijos («actuar con tranquilidad y no echarles broncazos cuando te cuentan algo que han hecho») y supervisar el uso de las nuevas tecnologías de los menores de edad (tanto el tiempo de uso como los contenidos). Por otra parte, este profesor de Psicología alerta de que el tema de las adicciones a nuevas tecnologías apenas se toca en la carrera ni en másteres, por lo que hay pocos profesionales especializados para abordar esas patologías.
En 2011 participó en un estudio sobre el uso y riesgo de acciones a las nuevas tecnologías ¿Qué conclusiones sacó entonces?
Ese estudio fue pionero y se hizo en el marco de un convenio entre la Universidad de Sevilla y la Consejería de Bienestar e Igualdad de la Junta. Se estudiaron a 1.600 personas de entre 12 y los 34 años en toda Andalucía, y se hicieron entrevistas aleatorias en domicilios. ¿Qué conclusiones sacamos? Que el tiempo de uso de las nuevas tecnologías no siempre es un indicador de una adicción. Hay personas que usan mucho tiempo las redes sociales pero no les genera adicción porque no son el centro de atención de su vida. Para que haya adicción tiene que haber «mono» o síndrome de abstinencia cuando estás desconectado, lo que genera malestar, malhumor, depresión, cabreo; tu vida se ve alterada de forma importante e impacta de forma negativa en tus relaciones interpersonales, en tu rendimiento académico o laboral… y cuando intentas desconectar te cuesta mucho trabajo.
¿Por qué unas personas se enganchan a las redes sociales y otras no?
El estudio reveló que los jóvenes entre 14 y 19 años son más vulnerables a la adicción a las redes sociales. Estudiamos las características psicológicas y familiares de quienes eran más adictos y estaban conectados a las redes sociales más de cuatro horas. Encontramos que los sujetos que no desarrollaban una adicción a pesar del uso intensivo de redes sociales tenían mucho autocontrol de sus impulsos, de su comportamiento para conseguir objetivos y eran disciplinados. Quienes tenían poco control eran los que más se enganchaban. Eso explica que sean los jóvenes quienes más se puedan enganchar a las redes sociales, videojuegos y consumo de drogas porque en esa época se producen cambios en el cerebro que les lleva a tener menor autocontrol en esos años.
¿Qué pasa dentro del cerebro de un joven para que sea más propenso a ser adicto a redes sociales, videojuegos o drogas?
Cuando cuelgas una foto y obtienes «likes» o comentarios, tu cerebro libera dopamina, que es un neurotransmisor relacionado con las sensaciones de placer. Al final, los «likes» o comentarios resultan adictivos si no tienes autocontrol porque estás esperando más likes o comentarios. ¿Por qué pasa eso? En el cerebro hay una corteza prefrontal, que controla los impulsos, la planificación de las acciones, el pensamiento racional… es como el «freno cognitivo», y en el interior del cerebro hay una parte más emocional, lo que llamamos sistema mesolímbico o de placer, que pone en marcha los impulsos y las dopaminas. Digamos que la corteza racional te dice: No tomes más chocolate, mientras que el sistema mesolímbico te dicece: No pasa nada, come una onza más porque te da placer ¿Qué pasa en el cerebro del adolescente? Su corteza prefrontal no madura hasta los 29 años, con lo que tiene menos control de los impulsos, mientras que su sistema mesolímbico está inundado de hormonas puberales y eso hace que libere más dopamina, con lo que tiene más placer cuando obtiene «likes» por una foto de «postureo» que un adulto. Conclusión: Los «likes» son adictivos porque liberan dopamina y eso supone una sensación placentera.
Ahora está haciendo un nuevo trabajo sobre «Redes sociales y desarrollo positivo del adolescente». ¿Tienen más efectos positivos que negativos las redes sociales?
No me atrevería a decir eso pero creo que no hay que estigmatizar las redes sociales. Ahora podemos protestar mucho porque los jóvenes están muy expuestos a las redes sociales pero es su mundo, van a tener que convivir con ello y lo que hay que conseguir es que hagan un uso razonable. El estudio que estamos haciendo ahora es un proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Educación para analizar el uso de redes sociales y el impacto que tienen sobre el desarrollo de adolescentes, así como los factores que están relacionados con su uso. Hemos visto que Instagram es la red social más usada por los jóvenes porque Facebook empieza a usarse más adelante y Twitter tiene un uso más profesional. El estudio analiza jóvenes de 13 a los 25 años. Nos hemos reunido con esos jóvenes y en otros casos hemos enviado a los colegios e institutos encuestas sobre uso de redes y aspectos psicológicos porque vimos que había que profundizar en algo más que el tiempo de uso de las redes sociales. Los motivos de uso de redes sociales son muy diferentes: entretenimiento, obtención de información, contacto con amistades, expresas sentimientos, razones académicas para trabajar en equipo, el cotilleo… Hay que diferenciar entre un uso más activo y otro más pasivo. El uso más pasivo se limita a ver, a ser un mirón en las redes sociales, a diferencia de quienes son más activos, cuelgan cosas, hacen comentarios… El estudio revela que el uso pasivo de redes sociales es más preocupante, más negativo, porque te lleva a ver la vida de los otros, suele aumentar la comparación de tu vida y la de los demás. ¿Qué cuelgan los demás en redes sociales? Cosas buenas, viajes, comidas… Al final, el que no cuelga nada termina pensando que su vida es más triste que la de los demás, eso lleva a la envidia y eso al malestar. Eso no quiere decir que todo uso activo sea positivo.
¿Qué factores comunes se encuentran en las personas adictas a las redes sociales?
Hemos encontrado que la adicción a las redes sociales está relacionada con el malestar psicológico, síntomas depresivos, baja autoestima, emociones negativas, frustración, soledad, narcisismo, bajo autocontrol… Por contra, es más difícil generar adicción a las redes sociales cuando tienes una buena autoestima, te encuentras satisfecho con tu vida, tienes autocontrol y competencias sociales.
¿Quiénes se enganchan más a las redes sociales: ellos o ellas?
No hemos encontrado gran diferencia, pero si hemos visto que ellas más adicción al móvil y a las redes sociales, y los chicos a los videojuegos.
¿Por qué ellas necesitan exhibirse más y ellos liberar más adrenalina?
Puede ser una explicación. Otra explicación puede tener que ver con que ellas maduran antes.
¿Qué parte del autocontrol de los jóvenes tiene que ver con la genética y qué parte con la educación?
El autocontrol está más relacionado con la edad pero es verdad que los padres deben controlar el uso que sus hijos hacen de las redes sociales, internet, videojuegos… El contexto familiar es muy importante en el autocontrol del adolescente porque es fundamental que haya una buena relación de apego o vínculo afectivo en la infancia. Si se usan mucho las redes sociales se pasa mucho tiempo sentado y no haces deporte, lo que lleva a tu cuerpo a acumular grasa, más lectina, lo que hace que los niños maduren antes. El sobrepeso que se está observando en los niños puede llevar a un adelanto de la pubertad y a mayor adelanto de la pubertad, menos autocontrol. A eso hay que sumar que si se usan mucho las nuevas tecnologías de noche se secreta menos melatonina porque el cuerpo la libera cuando cae el sol o se apagan las luces. Pero es que la melatonina está también relacionada con la pubertad precoz. A menos melatonina, mayor madurez y menos autocontrol.
San Juan de Dios ha abierto en Sevilla y Madrid unidades para adicciones a redes sociales y nuevas tecnologías en niños y jóvenes. ¿Qué están haciendo mal los padres para que un niño de ocho años acabe así?
Pues están controlando poco el uso de las nuevas tecnologías por parte de sus hijos y además están facilitando su uso porque es cómodo, ya que actúan como cuidadoras o niñeras gratuitas, de modo que cuando el niño juega con la tableta o el móvil deja tranquilo a los padres. Los padres y madres somos muchas veces responsables del uso abusivo de las nuevas tecnologías y cuando queremos intervenir a veces es ya tarde. Por eso es tan importante controlar el uso de redes sociales desde la infancia poque tienen una cara positiva pero también tiene riesgos. Cada vez el porcentaje de adicción es más alto, ahora se sitúa por encima del 10% de los usuarios. Algunos estudios incluso dice que afecta a uno de cada cuatro usuarios, es decir, el 25% del total.
Hay adolescentes que se escapan de casa si les quita el móvil como castigo. ¿Qué recomendaciones daría a los padres?
La recomendación es muy sencilla: apoyo afectivo, cariño, que nunca hace daño; estar disponible para cuando lo necesite el niño; y control y supervisión del uso de nuevas tecnologías, que no suena tan bien pero hay que hacerlo aunque lleguemos cansados a casa. Sucede que a veces nos sentimos culpables por el poco tiempo que estamos con nuestros hijos y el poco tiempo que estamos con ellos no queremos ejercer ese rol de supervisión. Un niño y un adolescente necesitan que se les pongan límites, supervisión, que sus padres se preocupen por lo que hacen… Si no pones límites, no haces niños tolerantes a la frustración. Tenemos que frustrar levemente a nuestros hijos para que no tengan todo lo que quieren porque esa tolerancia a la frustración les hará persistentes a la hora de conseguir objetivos a largo plazo.
¿A qué edad debe autorizarse el móvil, usar la Play o tener Instagram?
Ufff, eso es como cuando me preguntan a qué hora debe volver un hijo a casa por la noche. Con este tipo de cosas siempre digo lo mismo: es difícil establecer reglas que sirvan para todos los niños y adolescentes. Lo fundamental es conocer bien a tu hijo, algo que se puede conseguir si desarrollas una buena relación de confianza con él. Es importante no echarles un broncazo cuando te cuentan algo que no te gusta, como que se ha fumado un porro, que se ha emborrachado… En esos casos hay que reaccionar con cierta tranquilidad, buscando argumentos para convencerles de que no nos gusta lo que han hecho pero valorando positivamente que nos lo hayan contado. En cuanto a la edad en que debe autorizarse un móvil a un niño, si no necesito tener contacto con mi hijos, los retrasaría hasta los 13 o 14 años. Es bueno que los padres hagan un grupo de WhasApp y hablen de esas cosas para que las decisiones que tomes no te dejen como la madre o el padre «sieso». En cuanto a la Play, yo controlaría el tiempo y el contenido. Usar la Play bajo control no es un problema porque está demostrado que determinados tipos de videojuegos facilitan el desarrollo intelectual. Pondría énfasis en el contenido del videojuego porque los hay educativos y otros de violencia. ¿Cuánto tiempo? Una hora al día está bien por debajo de los 13 años y un par de horas en fin de semana. En cuanto a Instagram, se puede dejar a un niño de 14 años hacerse un perfil, aunque hay que ver cada hijo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió la adicción a los videojuegos como un desorden de salud mental. ¿Está de acuerdo?
Claro porque hay videojuegos que tienen una capacidad adictiva potentísima y por la falta de autocontrol durante la adolescencia. Ahora se está empezando a conocer que la adicción a videojuegos o redes sociales provoca daños irreversibles en el cerebro del adolescente, los mismos daños que provoca una adicción a drogas.
¿Hay una masa importante de psicólogos preparados para atender la adicción a redes sociales, videojuegos… de niños y jóvenes?
No porque es una adicción nueva y no se estudia mucho en la carrera ni en másteres. Además, es una adicción que requiere un tratamiento diferente a la adicción a sustancias estupefacientes. Hacen falta profesionales especializados en adicciones a nuevas tecnologías.
El lugar de encuentro de los niños ya no es una casa o una hamburguesería como hasta hace poco sino la realidad virtual. ¿Es triste o es algo a lo que debemos acostumbrarnos?
Para los fotógrafos es muy triste porque salimos a la calle y no hay niños los fines de semana en la calle, ya sea porque están en una actividad reglada o en su casa con las nuevas tecnologías, creando grasa, lectina.
Hay niños y adolescentes que incluso llegan a pegar a los padres cuando les quitan el wifi o el teléfono. El juez Calatayud denuncia la dictadura de los jóvenes y muchos padres empatizan con él.
No coincido con Calatayud porque le he escuchado promover el castigo físico. Yo he sido durante muchos años vicepresidente de Adima, la Asociación Andaluza de la Defensa de la Infancia ante el Maltrato Infantil.
¿Nunca le dieron un cachete de niño?
Sí y no lo consideré maltrato porque en aquella época estaba generalizado. Si no me hubiera dado esos cachetes yo creo que sería mejor persona. Hay estudios que, por supuesto el Juez Calatayud no conoce, que indican que el castigo físico tiene efectos negativos y entre los psicólogos hay consenso al respecto. Los castigos físicos funcionan con niños hasta los 13 o 14 años. A partir de entonces, ese niño que ha sido castigado físicamente le va a devolver la moneda a los padres. Cuando un niño pega a un padre, en la mayoría de los casos ha habido un maltrato previo de los padres a las madres o a los hijos.
Usted parece muy interesado en la relación entre fotografía y psicología. De hecho, enseña sobre este tema en la Universidad. ¿Por qué la fotografía es una herramienta útil para el psicólogo en el campo de la psicoterapia?
A mí me gusta ver qué puede aportar la psicología de la percepción y la emoción a los fotógrafos. Trato de ayudar a fotógrafos a que hagan mejores fotografías. La fotografía puede ser también terapéutica. Algunos psicólogos clínicos la usan como una herramienta diagnóstica o de tratamiento. Por ejemplo, un problema que tienen los padres con niños adolescentes es empatizar con sus hijos porque olvidamos nuestra adolescencia. En ese caso, muchas veces les pido a los padres que traigan fotografías de cuando ellos eran adolescentes y hablen de esa fotografía. También hay psicólogos que lo usan para el autoconocimiento de adolescentes, a los que se les pide que hagan con fotos un proyecto de su vida, de las cosas que les rodean…
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