España Suma: la última operación de marketing para resucitar el PP de Casado – Diario16
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Ciudadanos nació como una escisión del ala moderada del PP, aunque siempre rezumó cierto tufillo a marca blanca. Vox surgió del sector duro de los populares, toda esa gente descontenta con las políticas de Mariano El Blandengue. Ambas operaciones desgarraron por dentro al principal partido de la derecha española, que todavía no se ha recuperado del varapalo de las últimas elecciones generales, donde cosechó un pírrico resultado de 66 escaños, el peor de su historia.
Hoy Génova 13 cree tenerlo claro. Si en Madrid, Andalucía y Murcia han cuajado pactos entre los tres partidos del trío de Colón, ¿por qué no probar con una gran coalición o incluso mejor: por qué no fundar un nuevo partido que aglutine a las tres corrientes conservadoras? Dicho y hecho. Cayetana Álvarez de Toledo ha puesto los planos del experimento encima de la mesa y el secretario general del PP, Teodoro García Egea, ya ha presentado los impresos para registrar la marca bajo el nombre de España Suma, que tendrá sus respectivas sucursales en todas las comunidades autónomas: Cataluña Suma, Comunidad Valenciana Suma, Murcia Suma, Andalucía Suma, etcétera. Para Casado, todo suma, nada resta, en su intento desesperado por resucitar al catatónico PP y cualquier día, ya puestos, le propone a la Falange Española de las JONS y a España 2000 que se sumen alegremente a su aventura.
La mecánica administrativa para poner en marcha la operación de marketing es tan sencilla como solicitar la marca por internet, según consta en la Oficina Española de Patentes. Así lo hizo García Egea el pasado 25 de julio y su solicitud se encuentra actualmente en “fase de tramitación”. El futuro partido, ese difuso España Suma, seguiría usando, cómo no, el tradicional color azul del PP −identificativo de los populares durante décadas−, junto con las banderas de cada una de las comunidades autónomas y un símbolo con dos aspas.
Técnicamente la receta propuesta por Pablo Casado no tiene secreto. Se mete en la coctelera lo que queda de un partido hecho trizas, se añaden unas gotas de la naranja de Ciudadanos y se mezcla con una cucharada del perejil ultranacionalista de Vox. Luego ese mojito de verano se agita con fuerza y se ofrece a los españoles como la pócima mágica a los problemas de España, el lubricante “tres en uno” que pretende reventar las urnas en las más que probables elecciones generales de otoño. Está claro que al PP, en rápida descomposición, es a quien más le interesa probar el sabor de ese cóctel. Ahora bien, ¿está dispuesto Ciudadanos a dejarse absorber por el partido de Casado, disolviéndose definitivamente? ¿Aceptaría Santiago Abascal retornar a la casa común de la derecha clásica, esa que abandonó enojado tras dejar de recibir las mamandurrias de Espe Aguirre? Cuesta trabajo creerlo.
A simple vista, el sueño de Casado de fundir siderometalúrgicamente los tres metales de la derecha española en uno solo no parece tener demasiado futuro. De momento fuentes próximas a Ciudadanos ya se han opuesto “frontalmente” a cerrar ningún tipo de coalición nacional con el PP. Rivera no se traga el cuento de Cayetana Álvarez de Toledo de que la reagrupación de las tres derechas se producirá “tarde o temprano porque no hay motivos de fondo que la impidan, solo razones personales”. “Es el experimento más inteligente y noble de la política contemporánea”, ha sentenciado la portavoz del PP, que apuesta por darle cuerda al juguete de España Suma cuanto antes para que esté rodado en el caso de que se repitan nuevas elecciones generales el próximo otoño.
Las reticencias entre socios demuestran que estamos sin duda ante un proyecto concebido deprisa y corriendo por motivos electoralistas y con escaso fundamento ideológico, una ocurrencia precipitada y fruto del vértigo ante las urnas que no se asienta en las ideas sino en la necesidad de recaudar votos. Parece evidente que la propuesta de Álvarez de Toledo solo le interesa al PP. Si Ciudadanos y Vox deciden diluir sus programas políticos en ese hipotético España Suma, quedarán reducidos a simples corrientes ideológicas de una estructura superior que terminará aplastándolos.
Con todo, de cuajar el proyecto, que no sería más que una recomposición acelerada del Partido Popular tras los restos del naufragio, la derecha española habría completado un extraño viaje a ninguna parte. Un retorno al hogar de aquellos votantes desencantados que, hartos del PP, decidieron abandonarlo un buen día y buscar otros caminos, bien por el centro o por la extrema derecha. Tanta escisión, tantos partidos emergentes y tanto transfuguismo cainita para llegar otra vez al viejo sueño de Fraga Iribarne: un nuevo PP, aunque bajo otro nombre, que pesque votantes en todos los caladeros, desde los liberales hasta los nostálgicos de Franco, pasando por los democristianos y los centristas. Aquella antigua fórmula populista que tantas victorias dio a los populares.
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Ciudadanos nació como una escisión del ala moderada del PP, aunque siempre rezumó cierto tufillo a marca blanca. Vox surgió del sector duro de los populares, toda esa gente descontenta con las políticas de Mariano El Blandengue. Ambas operaciones desgarraron por dentro al principal partido de la derecha española, que todavía no se ha recuperado…
Ciudadanos nació como una escisión del ala moderada del PP, aunque siempre rezumó cierto tufillo a marca blanca. Vox surgió del sector duro de los populares, toda esa gente descontenta con las políticas de Mariano El Blandengue. Ambas operaciones desgarraron por dentro al principal partido de la derecha española, que todavía no se ha recuperado…